En Francia, el Día de la Madre es una cita ineludible que se celebra cada año el último domingo de mayo. Esta tradición bien establecida, sin embargo, tiene una historia bastante turbulenta. Una mirada retrospectiva a los orígenes de esta celebración que se ha vuelto imprescindible.
Sus inicios en 1918
Fue en 1918 cuando encontramos rastros de las primeras iniciativas encaminadas a crear un Día de la Madre en Francia. En aquel momento, el país salía de una época oscura marcada por la Primera Guerra Mundial y pretendía rendir homenaje a todas estas mujeres que tuvieron que afrontar solas las dificultades de la vida cotidiana durante el conflicto.
Así, el 26 de mayo de 1918, la ciudad de Lyon organizó una primera ceremonia en honor a las madres. El evento fue un gran éxito y poco a poco se extendió a otras regiones francesas.
La celebración oficial en 1926.
Después de este primer experimento local, el gobierno decidió retomar el concepto en 1920. Luego creó un "Día Nacional de las Madres", que tuvo lugar el 16 de mayo de ese año. Pero el evento tiene dificultades para consolidarse a largo plazo.
No fue hasta 1926 que el Día de la Madre se convirtió en una celebración oficial, establecida por una ley del 24 de mayo. Ahora se lleva a cabo el último domingo de mayo, lo que permite que las familias se reúnan para la ocasión.
Una tradicional reunión familiar
Con el paso de los años, el Día de la Madre se ha arraigado en las tradiciones francesas. Este encuentro anual se ha convertido en una oportunidad para que los niños agradezcan a su madre regalándole flores, regalos o preparándole una comida.
Hoy, el Día de la Madre sigue siendo un momento de compartir y de convivencia en familia. Es un momento especial para celebrar el papel esencial de las Madres en nuestra sociedad. Una tradición que se ha extendido por décadas y sigue ocupando un lugar importante en el corazón de los franceses.
